Doble Everesting Chacabuco: 17.700 metros de altimetría acumulada

El fin de semana, un aventurado ciclista logró el Doble Everesting, que en palabras sencillos es completar en bicicleta el doble de la altura del Monte Everest en una cuesta determinada, las veces que sea necesario y de manera continua.

El ciclista es Luis Felipe Videla, kinesiólogo, ciclista y entrenador en Wattsco, que decidió esta aventura luego de varios Everesting y algunos 10.000 metros. La cuesta elegida fue Chacabuco y para lograrlo debía subirla 26 veces y un pedacito más, ya que cada subida tiene 680 metros.

La idea era subirla en menos de dos días, o sea 48 horas, y lo logró, ya que lo completó en 46:41 horas. Tremendo!

Según nos contó, la subida más rápida fue en 55 minutos y 4 segundos y la más lenta en 1 hora 12 minutos.

Fue acompañado por ciclistas de Wattsco, tanto el sábado 9 como el domingo 10 de septiembre, entre ellos Toni di Batista y Camilo Hernández, que hicieron medio Everesting el sábado, pero también Tomás Riveros que lo hizo el domingo. Por supuesto, también lo acompañaron amigos de la vida y su polola.

La comida no se puede dejar de lado en un desafío de este tipo, por lo que en cada vuelta, tenía una bolsa con comida surtida con 55 gramos de carbohidratos, desde gomitas y geles, hasta ravioles o arroz, además de una botella de agua o isotónico (alternado) en cada subida.

Luego de lograrlo nos contó que no volverá a intentarlo, que ahora sabe cuál es su límite y que en parte ese era el desafío, ya que en los Everesting anteriores y los 10.000 metros no sentía que había llegado al límite.

Le pedimos un reporte de su aventura extrema y esto fue lo que nos contó:

Preparé durante meses este desafío, en mi mente visualizaba lográndolo, pero vivirlo fue otra cosa.

Partí a las 00.00 del sábado con compañía, al igual que durante casi todo el desafío. La noche pasó rápido al igual que el día, y todo iba según lo planeado, tiempos, sin salirme del ritmo y sensaciones. Con 8.800 metros completados y a dormir las dos horas permitidas.

De los 10.000 metros en adelante todo cambió, la cabeza solo pedía una cama y dormir, parar y acostarme, primero lo mental, luego lo físico, se me apretó el estómago, las ganas de comer e hidratarme se fueron, la presión en los pies y el apoyo del sillín se hacían insoportables y las paradas eran cada vez más largas.

Solo había dos cosas, la primera y aunque suene ilógico era piernas. La segunda y más importante era la compañía y el cariño que muchas personas que subieron conmigo las veces que pudieron, que mandaron mensajes de apoyo, que se preocuparon y confiaron en mí.

A las 13.00 del domingo, luego de poder volver a comer y a beber líquido me dió un subidón de energía y «solo» quedaban 6 subidas en aproximadamente 9 horas.